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Su madre, Mónica, le
daba mucho la “vara” con esto del cristianismo y él pensaba que era cosa
de mayores e ignorantes y ni siquiera se paraba a escuchar, ¡cómo una
persona inteligente, con su vida programada y montada iba a creer o a
comprometerse con esas tonterías!... pero un día pasó: entre el ruido y
sus planes de futuro oyó algo, tal vez una llamada o simplemente el
hecho de pararse a pensar sobre su vida, sobre lo que estaba haciendo.
Y así llegó su “conversión”, descubrió otro camino, otra
alternativa a la vida que llevaba hasta entonces. Apostó por ese camino,
después de mucho pensar y por lo que nos cuenta en sus "Confesiones",
ese camino le dio felicidad. |
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A ti te toca ir descubriendo lo que Agustín descubrió en su momento y
que le ayudó a ver el mundo con otros ojos…, con los ojos del corazón
del que nunca se cansa de caminar.
Canta y camina, como AGUSTÍN, el del corazón inquieto. |